El secreto de la literatura de terror no está en el efecto estridente, en los chorros de sangre o en los fantasmones de sábana blanca; el auténtico terror se reconoce porque invoca nuestros temores, los más atávicos y los más profundos; se le encuentra no en las frases severas y arrogantes, no en el susto de la expresión grosera o altisonante, sino en la sutileza del que siente el aliento detrás del oído mientras mira al espejo y se sabe sólo en la sala de baño. Cuando era niño, un amigo muy querido tenía un raro talento; influido por las películas de tiburones tan de moda a finales de la década de 1970, dibujaba en páginas de cuaderno masacres gigantescas de tiburones devorando multitudes de desaprensivos bañistas; yo, que apenas dibujaba monigotes, lo veía expresar no odio sino la primitiva sensación de la alegría creativa. Eran otros tiempos, ahora me vengo a enterar que eso parecía prueba suficiente para que un director de escuela primaria, que no nos conocía porque apenas tenía una semana entre nosotros, lo enviara a un lugar lúgubre para todos los niños de la Ciudad de México de aquellos días, “La Clínica de la Conducta”. En fin, hoy es un buen padre de familia, excelente deportista y además educador. Insisto, eran otros tiempos, ahora tal vez alguien mejor preparado hubiera descubierto esa pasión creativa que entonces asustaba. Con el libro de Henry James pasa más o menos lo mismo; se trata de una narración honesta y sin truco en la que nunca sabremos quién o qué fue lo que nos provocó el pavor, porque lo más seguro es que ese libro despierte nuestros fantasmas interiores, esos que duermen debajo de nuestra cama y nos hacen ver figuras detrás de las cortinas.
En los años sesenta se realizó una primera versión cinematográfica:
En los últimos años Nicole Kidman protagonizó una versión mejor lograda:
Gracias amigo, y es un placer que lo recuerdes tan vivido. Gracias
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Los amigos más entrañables son los que tuviste cuando eras sólo tu, sin todo lo que hemos añadido a lo largo de las décadas. Gracias por la lectura.
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excelente narrativa, me recuerdas a mi misma, queriendo adivinar los demonios que mi hijo llevaba dentro, con sus dibujos y si hay de cierto que en algunos pude ver algo de sus miedos,,frustraciones y temores, pero siempre fui respetuosa admirando su arte, de repente siento que lo pierdo entre tareas, ensayos, fotografías, cortos etc… dice que ahí le quitan vicios yo a veces extraño a ese artista nato con sus demonios… saludos afectuosos
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Pero mi sobrino es un artista y su trabajo es despertar nuestros ángeles y nuestros demonios. Gracias por la lectura. Un gran beso
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