Apenas ayer celebrábamos el cumpleaños de Joseph Roth, aquí el recuerdo de nuestra memoria agradecida.
Existe una expresión latina que todo escritor conoce: horror vacui, el temor al vacío; un escritor no puede ver una página en blanco, es una afrenta; le teme y la aborrece, su vocación lo lanza a llenarla de palabras a ocupar el espacio reservado para la nada con voces nunca antes dichas y combinaciones inéditas, porque el escritor – para serlo de veras – ha de ser un constructor de realidades, de mundos nuevos y realidades. El vacío nos persigue por donde quiera que vamos; se apodera de nuestra memoria, obnubila nuestra visión del futuro y nos acosa, a cada instante haciendo nuestros días meros transcursos de horas sin recuerdos perdurables y sin emociones profundas. Es verdad, pasamos por la vida estando vivos apenas unos cuantos minutos al día: cuando captamos una mirada hermosa, cuando sentimos que estamos haciendo algo útil, hermoso o bueno, cuando nos besan nuestros hijos…
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